Alberto Francisco Pradeau Avilés

1960-1980

Nació en Guaymas, Sonora en 1894. Cursó la primaria y la segunda enseñanza en su tierra natal y en Álamos, respectivamente. Adolescente aún por la Escuela Politécnica de los Ángeles. Obtuvo un doctorado de ciencias en la Universidad del sur de California en la que poco después fue profesor y donde obtuvo en 1920 la medalla de oro del Colegio de Odontología. Sus incursiones a las dentaduras de los ídolos de Hollywood le acarrearon altas dosis de dinero y prestigio. Con las ganancias obtenidas de los actores se hizo de una colección numismática. Ese fue el instrumento necesario para el ejercicio de su segunda profesión: la historia.

Desde los años veinte el odontólogo Pradeau se puso a cambiar billetes nuevos por monedas viejas y a disponer de su tiempo libre para escribir Numismatic History of Mexico fron the Precolumbian Epoch to 1823, traducida al español por el archivista y numismático Román Beltrán. También obtuvo “oles ” entre expertos por su Antonio de Mendoza y la Casa de Moneda es México en 1543. Su labor de clionauta numismático culminó con una obra en cuatro gruesos volúmenes puesta a consideración de los eruditos, con el nombre de Historia Numismática de México de 1823 a 1950. Allí se registran los altibajos de una moneda tan inconstante como la vida del país. Con igual interés produjo el volumen sobre Sonora y sus casas de moneda: Alamos y Hermosillo. El Doctor Pradeau redujo su amor a México al aspecto monetario, pero en lo tocante a su patria chica fue más allá de los símbolos monetarios. La fundación y discurso de la vida sonorense le atrajeron sobremanera.

En 1960 ingresó a la Academia Mexicana de la Historia. En su discurso de ingreso aportó “Breves datos sobre el noroeste de la Nueva España”, y en particular sobre los conquistadores y primeros misioneros de Sonora. Dio respuesta a su discurso don Alberto Maria Carreño que entre otras maravillas dijo del recipiendario que era responsable de La expulsión de los jesuitas de las provincias de Sonora, Ostimuri y Sinaloa en 1767, libro en el que abundan las biografías de los jesuitas desterrados. Don Alberto concluyó su discurso con estas palabras: “La Academia abre gustosa sus puertas al doctor Pradeau, confiada en que un trabajador tan eficaz…” continuará laborando lo mismo en la historia general de su región sonorense, que en la moneda nacional. El odontólogo metido a numismático e historiador fue incansable. Su colección de monedas mexicanas fue famosa. Ofreció obsequiarla a Hermosillo con la única condición de ponerlo en local adecuado. En los últimos años de su vida práctica la microhistoria. En las Memorias de esta Academia se publicaron sus estudios sobre “Sahuaripa” y sobre “Guaymas: bahía ciudad y rancho”. Pocas veces lo tuvimos en la capital de la República Mexicana, pero muchas en su terruño. Fuera de los pocos numismáticos que hay en México y de los micro historiadores de Sonora, nadie se acordaba de él en los años setenta. “El en cambio, nunca olvidó sus raíces mexicanas. En 1980 llegó la noticia de su muerte y la adicional de que dejaba para la Academia Mexicana de la Historia una parte de su fortuna.

L. G. y G.