Carlos R. Menéndez

1936-1938

Nació en la población de Tixkokob el 10 de mayo de 1872, hijo de maestros cubanos que habían inmigrado unos años antes. Hizo sus estudios en la Escuela Normal de Profesores y en el Instituto Literario de Yucatán.

Inclinado a la poesía, en lugar de seguir la profesión de sus padres, don Carlos prefirió dedicar sus desvelos al periodismo a partir de 1890. Ingresó al cuerpo de redacción del semanario El Horizonte y del periódico La nueva era del puerto de Progreso y más tarde fue redactor de Pimienta y Mostaza, Mariposas, Artes y Letras, Salón Literario y a partir de 1905 de la Revista Mérida, de la que llegó a ser director de 1906 a 1911. En 1912 fundó La Revista de Yucatán, a la que impuso el lema de “La honradez es la mejor política”. En estas publicaciones escribió bajo los seudónimos de “León Guzmán”, “Augusto Miguis”, “Daniel Morton”, “Jean Valjean”, etc.

Menéndez contaba con gran chispa en sus artículos, dirigidos muchas veces a temas políticos, en especial contra la dictadura porfirista y el caciquismo yucatanense. Al desatarse la revolución, simpatizó con el maderismo, lo que lo convirtió en blanco del gobierno de Enrique Muñoz Arístegui al delatar un fraude electoral, Reportó los levantamientos armados de Opichén, Conkal, Dzilam, Muxupip y Halachó que el vicepresidente José María Pino Suárez consideró en una entrevista como simple alarmismo. Con ese fundamento, el gobierno del estado lo acusó de azuzar a la opinión pública en su contra, encarcelándolo. Esto seguramente lo condujo a simpatizar con el golpe de Estado de Victoriano Huerta y hasta justificar los asesinatos de Madero y Pino Suárez. En 1914 sufrió un secuestro y su imprenta fue destruida por órdenes de un jefe militar, viéndose precisado a refugiarse en La Habana de 1915 a 1918.

A su vuelta volvió a ejercer el periodismo, siendo activo miembro de la Prensa Asociada, de la que fue electo presidente honorario perpetuo y temporalmente presidente activo y también de la Associated Press de Nueva York. En 1924 apoyó la rebelión delahuertista y se le señaló como uno de los instigadores del asesinato de Felipe Carrillo Puerto. Al año siguiente fundó el nacionalmente prestigiado Diario de Yucatán, que dirigió hasta su muerte.

Su obra histórica es numerosa, sobre todo como recopilador de documentos. Entre sus libros destacan La primera chispa de la Revolución Mexicana, el alzamiento de Valladolid (1917), Historia de infame y vergonzoso, comercio de indios vendidos a los esclavistas de Cuba por los políticos yucatecos, desde 1848 hasta 1861. Justificación de la Revolución indígena de 1847 (1923), La evolución de la prensa en la península de Yucatán a través de los últimos cien años (1931), La huella del general Antonio López de Santa Anna en Yucatán (1935), Noventa años de historia de Yucatán (1937) y La misión del señor don Justo Sierra O’Reilly a los Estados Unidos en 1847-1848 (1945). Esta obra le valió ser electo miembro de número de la Academia Mexicana de la Historia en 1936, al que renunció.

J. Z. V