Reseña Biográfica (1906 – 1995)
Edmundo O’Gorman y O’Gorman nació en la ciudad de México el 24 de noviembre de 1906, de la unión de dos ramas de una misma familia de origen irlandés, una llegada a México a principios del siglo XIX, al servicio de la Corona Británica, y la otra venida casi un siglo después por razones similares. Su padre, Cecil Crawford O’Gorman, fue ingeniero de minas y como tal tuvo, con su familia, una larga estancia en Guanajuato; pero fue también un hombre de cultura amplia e intereses variados, pintor de finas calidades, amigo de historiadores y estudiosos importantes, cuya personalidad influyó en la vocación de sus hijos, sobre todo el pintor y arquitecto Juan y el historiador Edmundo.
La familia de Cecil O’Gorman vivió en Coyoacán, donde nació Edmundo, y posteriormente se avecindaría en el cercano San Ángel, donde transcurrió buena parte de la infancia y muchachez del historiador, en la relativa calma pueblerina que se agitaba sin embargo por los acontecimientos de la Revolución iniciada en 1910. San Ángel ha seguido siendo el barrio de don Edmundo hasta nuestros días. Estudió leyes en la entonces joven Escuela Libre de Derecho, donde enseñaban algunos de los más afamados juristas mexicanos, y ahí se graduó como licenciado en 1928. Ejercería la abogacía durante diez años: parece indudable que esa formación y esa práctica marcarían su carrera posterior y su pensamiento histórico, donde puede percibirse el fundamento de la argumentación jurídica.
Todavía como abogado publica su primer trabajo histórico en 1937, Breve historia de las divisiones territoriales. Aportación a la historia de la geografía de México, que ha sido una de sus obras más reeditadas. En esos años ha empezado a estudiar historia en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México; su interés es por la historia y por la filosofía, en donde sigue a Antonio Caso y lee a Ortega y Gasset. Desde muy joven cultiva una cercana amistad con Justino Fernández, historiador del arte, y con Manuel Toussaint, padre de esa disciplina en México. A la llegada de los intelectuales refugiados de la Guerra Civil Española entra en contacto e intercambio con ellos, con historiadores como Rafael Altamira y Ramón Iglesia, pero muy especialmente con José Gaos, el Filósofo, muy interesado entonces en la historia del pensamiento y traductor de Heidegger. El resultado de todos esos intereses se ve en sus obras un poco posteriores: Crisis y porvenir de la ciencia histórica, de 1947, que presenta los fundamentos de una teoría del quehacer histórico, frente al positivismo y el cientificismo imperantes, y adopta la posición de un muy personal historicismo que incorpora ideas de Ortega y Gasset y de Heidegger, Fundamentos de la historia de América, 1942, y La idea del descubrimiento de América, 1951, en las que establece las bases de sus interpretaciones posteriores sobre la historia americana. Crisis y porvenir… y La idea del descubrimiento… fueron en sus primeras versiones sus tesis de maestría y doctorado. Desde 1938 y hasta 1952 había sido Subdirector del Archivo General de la Nación, y desde 1940 profesor en la Facultad de Filosofía y Letras.
En 1958 publica el libro en que madura su pensamiento sobre la cuestión americana: La invención de América. El universalismo de la cultura de occidente; en él su idea de América corno un concepto inventado en un largo proceso ilustra no sólo la historia americana, sino la de la cultura europea y plantea nuevas concepciones sobre la historia toda.
En el ínterin y después este «historiador filósofo», como se le ha llamado, realiza una serie de tareas estrechamente ligadas al más estricto y cuidadoso estudio de las fuentes, como son los artículos publicados en el Boletín del Archivo General de la Nación, o sus estudios sobre la revolución de Ayutla, o sus famosas ediciones de Acosta, la capital de la Apologética Historia de Bartolomé de las Casas, la de la Historia de los indios de Motolinia, la de Netzahualcóyotl de Fernando de Alva Ixtlixóchit1 o la reconstrucción del Libro perdido de Motolinia, realizados en el seno de sus seminarios en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional y en la Universidad Iberoamericana. En todos ellos hay un trabajo doxográfico de primer orden, pero hay también, siempre, interpretaciones novedosas y planteamientos profundos sobre esos textos, esos hechos y sobre la tarea del historiador.
Entre sus más importantes obras, en años más recientes, en este aspecto, están El heterodoxo guadalupano, sobre el proceso del pensamiento de Servando Teresa de Mier, y Destierro de sombras, sobre la imagen y culto de la Virgen de Guadalupe. Mientras que México, el trauma de su historia o bien Supervivencia política novohispana son obras capitales, apoyadas en muy amplios conocimientos, pero que se presentan como grandes interpretaciones personales.
Edmundo O’Gorman fue miembro de número de la Academia Mexicana de la Historia, y su director; de la Academia Mexicana de la Lengua, de The American Historical Association, Friend of the John Cartes Brown Library, entre otras asociaciones académicas. Formó parte de la Junta de Gobierno de la Universidad Nacional Autónoma de México, miembro de numerosas comisiones dictaminadoras de la misma Universidad. Corno miembro del Consejo Consultivo del Centro de Estudios de Historia de México (Condumex) contribuyó en forma notable a la consolidación y el enriquecimiento de su importante biblioteca. Entre los consejos académicos de que formó parte está el Consejo de Fomento Cultural Banamex.
Fue profesor emérito de la Universidad Nacional Autónoma de México desde 1967, Premio Nacional en 1974, Doctor Honoris Causa de la Universidad Nacional en 1979, Premio «Rafael Heliodoro Valle» en 1983, Premio Universidad Nacional en 1986, entre muchas otras distinciones recibidas.
Más allá de esos reconocimientos, Edmundo O’Gorman es uno de los historiadores que ha realizado una obra más sólida, que ha hecho aportaciones notables al pensamiento histórico universal, y que más ha influido con su pensamiento al ambiente histórico en el país y fuera de México.
(Jorge Alberto Manrique).