1932-1959
Nació en Papantla, Veracruz, el 27 de abril de 1887. Hizo los estudios primarios en su lugar natal y los de bachillerato en la Escuela Nacional Preparatoria. Inició los de derecho, que suspendió por su dedicación al periodismo, vía natural para quienes como él acudieron al llamado de la vocación literaria. Fundó revistas que sostuvo con sus propios recursos, La Semana y El Mercurio Ilustrado. Electo diputado al Congreso de la Unión por su Estado, colaboró en la Revista Moderna, en El Imparcial, en el suplemento dominical El Resumen Gráfico, en los Anales del Museo Nacional de Arqueología y en Revista de Revistas, de la que fue director durante veinte años. Con Rafael Alducin y otros escritores de renombre fundó el diario Excelsior, cuyo nombre, nos dice Manuel Carrera Stampa, se debe a él. Famosa fue la sección “Palabras al viento” en el periódico últimas Noticias, donde con galanura, nos dice el mismo autor, escribió Núñez y Domínguez páginas sobre los más diversos tópicos de actualidad y crítica literaria. En ese ejercicio literario labró los instrumentos que le habrían de servir para acercarse a la historia.
En efecto, recorriendo los ficheros de las bibliotecas, aparece el libro de versos Holocausto, sin pie de imprenta, y publicado en 1918 por la editorial Ch. Boureat, una colección de opúsculos, Los jóvenes poetas de México y otros estudios literarios nacionalistas, en el que muestra la preocupación por la ignorancia de la reciente experiencia poético-literaria. De esa experiencia, surgieron sus Cuentos mexicanos, que publicó en 1925 Herrero Hermanos y Sucesores, con excelentes ilustraciones de Ernesto García Cabral. Se trata, entre relatos e ilustraciones, de animados cuadros sociales de gran calidad. Opúsculos históricos mediaban en esa labor literaria y acompañaron a sus obras historiográficas de mayor dimensión. Con buen sentido, pues la verdad es que hay apuntes de curiosidad e imaginación historiográfica, los recogió en un libro, Al margen de la historia; migajas del banquete Clío (México, Botas, 1934). Esos trabajos menores señalan el camino por el que se fueron realizando obras de más entidad, como Un virrey limeño. Don Juan de Acuña. Marqués de Casa Fuerte (1927), Bolívar en México, contribución en el centenario de su muerte (1930), Martí en México (1933), que denotan su preferencia por el género histórico biográfico.
Esa preferencia obedece a su vocación de observador de la realidad y creador literario, despuntada en sus primeros trabajos y perfeccionada en la continuidad de su labor; de la que surgirían obras como Don Antonio de Benavides; el incógnito tapado (México, Xochitl, 1945) y la mayor de todas, La virreina mexicana, doña María Francisca de Gándara de Calleja, México, (Imprenta de la Universidad, 1950). Esta última es un estudio interesantísimo, la información sobre la familia rebasa la época del personaje y, lo que hay que destacar para los interesados en la historia política, el seguimiento de Félix María Calleja nos lleva nos hace comprender situaciones que no han sido apreciadas por quienes se han ocupado de la insurgencia. José de Jesús Núñez y Domínguez desempeñó cargos diplomáticos como embajador en Bélgica y en Chile, donde murió el 31 de abril de 1959. Fue director de la Biblioteca Nacional y del Museo Nacional de Arqueología. Ingresó a la Academia Mexicana de la Historia, correspondiente de la Real de Madrid, en 1930, y en 1946 a la Academia Mexicana de la Lengua. Estos reconocimientos se sumaron a otros. Acreditó su merecimiento con obra escrita y de organización en reuniones académicas.
A. L.