1930-1974
En el año de 1902 José López-Portíllo y Rojas se trasladó con todo y familia a la ciudad de México. Para su hijo, también de nombre José, quien tenía 14 años de edad, la mudanza constituyó un hito muy importante. Como me dijo varias veces al visitarlo en su modesta casa de la colonia Roma Sur al mediar la década de los sesenta, el desconcierto que le produjo el “torbellino de la capital” marcó su ansia de conocer el pasado y, como lo señala en su Guadalajara de fin de Siglo, la impronta de su niñez resultó determinante para ir en busca precisamente del pasado de Jalisco. Dar a conocer el pasado, hasta hoy ignorado, de ese magnifico, grandioso y sañudo Occidente Mexicano, sagrado girón de la Patria en donde para mi orgullo nací.
José López Portillo y Weber, nacido en Guadalajara el 19 de abril de 1889, a pesar de que su padre, al igual que su abuelo Jesús, fue gobernador de Jalisco, a partir de 1902 volvería a Guadalajara solamente a pasar algunas temporadas más o menos cortas, aunque nadie duda en considerarlo como un historiador jalisciense en virtud de que casi todos sus escritos lo inscriben en esta categoría. Sin embargo, sus estudios los hace en el Colegio Militar a partir de 1907 y seis años después, previa participación en la llamada “marcha heroica” de cadetes que acompañó al presidente Madero hasta Palacio Nacional en ocasión de la “decena trágica” salió convertido en un ingeniero geógrafo ulteriormente apto para participar en el proceso de explotación del petróleo ya mexicanizado. Precisamente de esta experiencia surgió uno de los pocos libros de tema no jalisciense, Historia del petróleo en México.
Dos de sus libros son obras verdaderamente mayores de la historiografía jalisciense: La conquista de Nueva Galicia (1935) donde reúne, organiza y resume, la casi totalidad de la información disponible entonces sobre el tema y La rebelión de la Nueva Galicia, terminada de escribir en 1937, pero publicada dos años después, donde vierte y organiza también prácticamente todo el material a su abasto.
Valioso por igual resulta, aunque de dimensión mucho menor que los anteriores trabajos, Jalisco y el golpe de estado de Comonfort, presentado en la XII Asamblea del Congreso Mexicano de Historia, que se llevó a cabo en Guadalajara a mediados de diciembre de 1958, en el que exhibe su plena aprobación a la gesta de los liberales.
En lo que se refiere a Guadalajara de fin de siglo, escrito en 1950, aún cuando está impregnado de “añoranza y de nostalgia” por la ciudad de su infancia, no deja de manifestar su censura de aquella sociedad estratificada por su falta de nacionalismo, lo que sintetiza diciendo que “México debe a la Revolución el descubrimiento de México”
Asimismo, debe tomarse en cuenta el trabajo monográfico que hizo con el título de Guadalajara, el Hospicio Cabañas y su fundador, aparecido por primera vez en 1971, con dos apéndices descriptivos de la arquitectura del egregio edificio preparados por estudiosos de primera magnitud: Ignacio Díaz Morales y Justino Fernández. De esta manera, López Potillo puede dedicarse tranquilamente al estudio de la institución misma.
Por último vale referir el principio, cuando el 18 de abril de 1934 José López Portillo y Weber ingresó formalmente a la Academia Mexicana de la Historia como miembro de Número, haciendo un análisis de la historiografía que consultó para escribir su Conquista de Nueva Galicia, ya próxima a su finiquito, pero deja asentadas en su discurso, además, antes de que le respondiera Atanasio Saravia, algunas de sus opiniones respecto de la propia Historia. nada hay quizá que sea tan trascendental como la necesidad que la humanidad tiene de aplicar el principio socrático de conocerse a sí misma. La muerte sorprendió a don José López Portillo en la ciudad de México el 17 de enero de 1944.
José María Muria