Justino Fernández

1969-1972

El 28 de septiembre de 1904 nació en la ciudad de México, Justino Fernández hijo del licenciado Justino Fernández Mondoño -uno de los constituyentes de 1857- y de la señora Sergia García, hermosa dama oriunda de Valladolid, España.

Estudió Fernández la primaria en el Colegio Francés de la Perpetua. La efervescencia de la Revolución lo llevó a los Estados Unidos. Regresó a México en 1923 cuando surgía avasallador el movimiento que revivía la pintura mural mexicana y el estudio. Y la difusión del muralismo y de su más destacado representante, José Clemente Orozco, lo embargaría para siempre.

Varios fueron los trabajos que, obligado por las circunstancias hubo de desempeñar don Justino y, al inicio de su carrera, el de dibujante de arquitectura. Alumno del distinguido maestro, investigador, historiador y crítico de arte Manuel Toussaint, al convertirse en 1936 el Laboratorio de Arte de la Universidad Nacional Autónoma de México a Instituto de Investigaciones Estéticas, pasó a formar parte del mismo, como -ayudante del Director, Manuel Toussaint.

Consagró su vida al Instituto y a la Universidad desde 1936, y hasta su muerte acaecida el 12 de diciembre de 1972.

A la muerte del maestro Toussaint (22 de noviembre de 1955) fue designado Director interino del Instituto y un año más tarde Director titular, cargo que desempeñaría hasta 1968. En 1969, el Consejo Universitario lo nombró investigador Emérito.

En 1969 recibió el Premio Nacional de Ciencias y Artes. De 1970 a 1972 fue miembro de la Junta de Gobierno de la Universidad Nacional Autónoma de México.

Fue electo Académico de Número de la Academia Mexicana de la Historia, Correspondiente de la Real de Madrid en 1965 y fue Miembro fundador de la Academia Nacional de Artes, Perteneció también a otras famosas sociedades nacionales y extranjeras y recibió muchas distinciones.
En la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México, profesó por más de treinta años la cátedra de Historia del Arte Moderno, contribuyendo a formar varias generaciones de brillantes investigadores y maestros.

En el Instituto de Investigaciones Estéticas pudo cumplir con su vocación: la crítica y la historia del arte mexicano, tarea que llevó a cabo con un riguroso método histórico, en búsqueda de la esencia del ser histórico de México para integrarlo al arte universal. Partiendo del Arte Moderno de México y pasando por Prometeo, Ensayo de Pintura Contemporánea, José Clemente Orozco. Forma e Idea. El Arte del Siglo XIX en México, Justino Fernández llegó a la cúspide de sus trabajos con una obra magna: Estética del arte mexicano. Coatlicue, El Retablo de los Reyes y El hombre en llamas, trilogía fundamental para la historia y la crítica de la expresión artística mexicana y paradigma y modelo de la crítica de arte. En esta obra, primera historia de las ideas, su inquietud lo allegó al mundo del México antiguo para descubrir los arcanos de la diosa madre Coatlicue, imagen y dinamismos cósmicos esculpidos en la piedra.

Cautivado desde su infancia -cuando con su madre asistía a misa en la Catedral Metropolitana- por el arte novohispano. Estudió y analizó la esplendorosa iconografía del retablo de los Reyes. Y en una luminosa aproximación al arte mexicano y universal, señaló en el “Hombre en llamas” de José Clemente Orozco, los símbolos de la grandeza y el trágico discurrir y el destino humano en los tiempos actuales.

La novedosa y original senda que le dio a su quehacer crítico y la hondura filosófica de su extensa obra, hacen de Justino Fernández uno de los más clásicos en la historia y en la crítica del arte, y también de la cultura mexicana.

Clementina Díaz y de Ovando.