Manuel Romero De Terreros Y Vinent

1919-1968

Don Manuel Romero de Terreros y Vinent fue miembro de número de la Academia Mexicana de la Historia, correspondiente de la Real de Madrid, desde la fundación de ésta. De hecho era ya entonces miembro correspondiente de la madrileña, había intervenido en las gestiones para establecer la mexicana, y entre los acuerdos de la Real Academia en relación a la fundación de la nuestra se tomó el de que los correspondientes formaran el primer pie de académicos numerarios, e incluso se les considerara su antigüedad según la fecha en que habían recibido aquel nombramiento.

Para entonces, a los 39 años, don Manuel, nacido en 1880, tenía un largo camino recorrido en el quehacer histórico. Descendiente de don Pedro Romero de Terreros, fundador en 1775 de Monte de Piedad y primer conde de Regla, don Manuel usaba en lo personal -puesto que las leyes mexicanas hacía mucho que no reconocían títulos nobiliariosel de marqués de San Francisco, que también había heredado. Como era común entre los vástagos de familias o de ascendencia ilustre o acaudaladas en aquellos años, don Manuel estudió de muchacho en Inglaterra, en el colegio de Stonyhurst, y presentó exámenes en las universidades de Oxford y Cambridge. De su ascendencia y también seguramente de sus experiencias inglesas se le afianzó el interés por el pasado, en muy diversas formas, así como el amor a las letras.

En 1905 empieza a escribir sobre temas bibliográficos, y lo seguiría haciendo toda su vida. Entre sus trabajos de esta disciplina destacan Bibliografía de los cronistas de la ciudad de México (1926) y La bibliografía de Luis Lagarto (sobre el miniaturista poblano, en 1950).
Otros de sus campos de interés fueron la heráldica y la genealogía. Sobre la primera se ocupó en muchos estudios cortos de los escudos de familias y títulos mexicanos, y sobre la segunda destaca su obra Hernán Cortés, sus hijos y nietos, caballeros de las órdenes militares (1919 y 1944). También fue un numismático sabio y conocedor, que realizó algunos de los primeros estudios sobre el tlaco mexicano, así como sobre las monedas republicanas («El peso de Victoria») o sobre las del segundo imperio.

Por lo que toca a su amor a las letras, además de ser maestro de literatura mexicana e inglesa en la Universidad, y de escribir unas Nociones de literatura castellana y Una breve antología de prosa mexicana, dedicó no poco tiempo a la creación, sobre todo de obras teatrales, muchas de ellas recogidas en su Teatro breve (1956). Su discurso de ingreso a la Academia de la Lengua, en 1919, versó sobre “El estilo epistolar en la Nueva España”.

Sin duda la mayor parte de sus estudios está dedicada a la historia del arte, principalmente el mexicano, y a la historia social de las épocas novohispana y decimonónica. Ya en 1916 había publicado un volumen de Arte colonial en que recoge trabajos anteriores publicados como artículos. De 1922 es su Historia sintética del arte colonial que muy aumentado se vuelve a publicar en 1951 con el título de El arte en México durante el virreinato. Pero sus trabajos sobre el tema son continuos a lo largo de su vida, muchos de ellos publicados por el Instituto de Investigaciones Estéticas, ya como artículos en sus Anales, ya como suplementos a éstos, hasta Fuentes virreinales, aparecido en 1967, un año antes de su muerte. Se ocupó de muchos asuntos que generalmente habían sido despreciados por los historiadores del arte, como acueductos, fuentes, jardines, cascos de haciendas, el grabado, el grabado en hueco, o las misiones. En la pintura escribió sobre Lagarto, sobre Alonso López de Herrera (de quien, coleccionista refinado, poseyó algunos cuadros) o de vistas de la ciudad de México. También se interesó en la pintura del siglo XIX, la de los artistas viajeros -barón de Gros, Daniel Th. Egerton) y la de los mexicanos en sus Paisajistas mexicanos del siglo XIX, de 1943.

Un tema que fue especialmente caro a Romero de Terreros fue el de las llamadas “artes industriales” al que relacionaba estrechamente con sus estudios sobre los comportamientos sociales de las clases altas en la Nueva España. Desde 1920 dio en la Escuela de Altos Estudios de la Universidad y en el Museo Nacional un curso sobre “Artes menores en México y en España” y en 1926 publicaría Las artes industriales en la Nueva España. Acerca de la vida de la sociedad daría a luz reuniones de artículos con títulos como Bocetos de la vida social en la Nueva España (1919,1944) o Siluetas de antaño (1937). En estos dos tipos de obras, más quizá que en otros aspectos de su trabajo, es muy visible el sentido príncipe de su hacer historiográfico: la evocación del pasado y la reconstrucción ideada de un mundo ido.

Don Manuel Romero de Terreros fue miembro de Número de las Academias de la Historia (1919) de la que sería director en más de una ocasión, la Lengua (1919), correspondiente de la de Bellas Artes de San Fernando de Madrid, la de los Arcades de Roma (en la que su nombre emblemático era Gliconte Tirio). Fue también, entre otras, miembro de las órdenes de Malta y del Santo Sepulcro. Desde 1920 fue maestro en la Universidad y en el Museo Nacional. A partir de 1944 formó parte del Instituto de Investigaciones Estéticas, un lugar especialmente propicio para su tipo de trabajo, y continuó siéndolo hasta su muerte, el 18 de abril de 1968.

Jorge Alberto Manrique.