1999-2015
Nació en la ciudad de México, en junio de 1946. Pasó la mayor parte de su juventud en la ciudad de México, salvo por un corto número de años que su familia fue a vivir a las ciudades de Puebla y Guadalajara. Entre 1964 y 1968, cursó sus estudios de Antropología con especialidad en Etnohistoria, en la Escuela Nacional de Antropología e Historia, en la ciudad de México. Se tituló en 1971 con la tesis “La industria Textil novohispana” que mereció un reconocimiento Cum Laudem. Pocos meses después de haberse titulado comenzó a colaborar, con las doctoras Margarita Nolasco y Mercedes Olivera, en el diseño de un proyecto museográfico para el Museo de las Culturas en la ciudad de Oaxaca. Este trabajo la enfrentó por primera vez a la gran diversidad cultural del estado y a sus numerosos problemas. Lo más difícil fue tratar de traducir esa complejidad de Oaxaca, en objetos encerrados en vitrinas o en cédulas descriptivas.
Desde entonces, Oaxaca fue su mundo y su reto, ha mirado a la historia desde la experiencia de vivir en ese estado con su enorme diversidad étnica y lingüística. Aunque la ciudad de Oaxaca puede parecer un lugar aislado a los ojos de un académico de las instituciones de la ciudad de México, en realidad, es un lugar cosmopolita. Cada verano llegan a la ciudad profesores de universidades mexicanas, americanas e incluso europeas a realizar su trabajo de campo o permanecer por un largo año sabático. Esta cercanía con académicos extranjeros y nacionales, a la vez que las vivencias con la población de Oaxaca, fue constituyéndose en parte central de su formación profesional y personal.
Hacia 1980, gracias al apoyo del Dr. Angel Palerm inició sus estudios de doctorado en la Universidad Americana en la ciudad de México; los estudios, los innumerables libros que había que leer y los ensayos que realizar fueron un reto, porque el tiempo de estudio se mezclaba con el cuidado y la atención de dos niños, mejor dicho, un niño y una niña.
Su tesis de doctorado, en su propia y humilde opinión, fue el mejor libro que ha logrado escribir, tuvo como tema central el comercio de los españoles en la Mixteca Alta (la región occidental del estado de Oaxaca) durante los siglos XVI y XVII. El aporte de la tesis (y posteriormente del libro que llegó a publicarse) fue mostrar la capacidad de respuesta de los mixtecos durante el siglo XVI. Los mixtecos dejaron de ser un pueblo sometido para convertirse en actores de su historia. En los documentos de los archivos resaltaba, por ejemplo, el papel que los comerciantes mixtecos desempeñaron en esos años para vincular a su región con los principales centros mercantiles de la Nueva España, como la ciudad de México y Veracruz, e inclusive con Sevilla. Otro tema importante del libro, fue el posterior decaimiento de los comerciantes mixtecos y el posicionamiento de los comerciantes peninsulares y criollos en las principales cabeceras indígenas de la región, y su papel como enlace entre la población indígena y mercado mundial de aquellos años. Los mixtecos se relacionaron a la economía novohispana y europea como consumidores de las telas que se producían en los países donde se estaba iniciando la Revolución Industrial. El aporte de su tesis no hubiera sido posible sin su cercanía con amigos zapotecos y mixtecos que le permitieron conocer parte de su mundo e imaginar su pasado, sin el apoyo de Angel Palerm, Carmen Viqueira, y su amiga, la Dra. Nancy Farriss.
En los años que siguieron a la tesis, otros libros han salido a la luz. En ellos, la Dra. Romero Frizzi se esforzó en tratar de entender la historia desde el punto de vista como la población indígena pudo haberla visto. Ante esta situación, nuevos problemas surgieron en el camino, principalmente tratar de entender las lenguas de Oaxaca, al menos el zapoteco de la sierra norte que es la nueva región donde actualmente trabaja.
En su camino como académica ha sido esa doble mirada la que ha dado cierta originalidad a su trabajo: el poder conocer los estudios que se han realizado sobre otras regiones del mundo donde el choque de culturas ha impactado el devenir de la sociedad, y el conocer a tantos amigos de Oaxaca que le han ayudado a entender su forma de vida, su visión del mundo, sus sueños y sus problemas. Tal vez sea esta forma de ver el pasado, lo que le ha dado la satisfacción de obtener algnos premios y reconocimientos. Por ejemplo en 1992 el reconocimiento “Francisco de Burgoa” otorgado por el Gobierno del Estado de Oaxaca, por su labor distinguida en la investigación histórica. En 1999 tuvo el honor de ser aceptada como miembro de número de la Academia Mexicana de la Historia y en 2002, el reconocimiento otorgado por el Gobierno del estado de Oaxaca y del Instituto Oaxaqueño de la Cultura por su trayectoria distinguida en la investigación de la historia de Oaxaca.